Mucho más que un juguete: El fascinante mundo del coleccionismo de muñecas

¡Hola Puntillers, muy buenos días!

Hoy quiero hablaros de algo que me apasiona y que, para muchos, todavía está rodeado de prejuicios: el coleccionismo de muñecas.

Sí, habéis leído bien. Y no, no es solo cosa de les niñes. De hecho, para muchas personas, incluyéndome a mí, es una forma de conectar con la creatividad, la historia y, sobre todo, con une misme.

 

 

 

La razón para empezar una colección es tan variada como las propias muñecas.

En mi caso, todo empezó con la nostalgia. De pequeño, la magia de las tiendas de juguetes, los catálogos de Navidad y, por supuesto, la inconfundible silueta de la Barbie en sus cajas de color rosa, me marcó profundamente puro marigirl en ciernes. Al crecer, y con la posibilidad de adquirir esas piezas que de peque solo podía soñar, el hobby se convirtió en una forma de revivir esos momentos.

Es un viaje en el tiempo, un reencuentro con esa parte de nosotres que se fascinaba con la imaginación y la fantasía.

Pero la nostalgia es solo una parte de la historia. Para muchas personas, el coleccionismo es un acto de pura admiración artística.

Las muñecas, especialmente las de coleccionista, son auténticas obras de arte. Sus trajes, los detalles de su maquillaje, la calidad de los materiales... todo está diseñado para ser admirado. 

Es como coleccionar esculturas o pinturas, pero en una escala más personal e íntima.

 

 

El coleccionismo, en general, y el de muñecas en particular, va mucho más allá de amontonar objetos. Se trata de una búsqueda. De una pasión.

Es el placer de la "caza", de buscar esa pieza única que falta en tu colección. Es la emoción de encontrarla y la satisfacción de ver cómo tu colección va tomando forma y contando una historia.

En este sentido, coleccionar muñecas se convierte en un acto de narrativa personal. Cada muñeca tiene su historia, su época, su significado. Al unirlas, construyes un universo propio, un espacio seguro donde la imaginación es la única regla.

A menudo, la gente se sorprende al escuchar que el coleccionismo puede tener beneficios significativos para la salud mental. Es cierto.

• Reduce el estrés y la ansiedad: Centrarse en una actividad creativa y tranquila, como organizar una vitrina o documentarse sobre una muñeca, es una excelente manera de desconectar de las preocupaciones del día a día. Es una forma de meditación activa.

• Mejora la concentración y la disciplina: El coleccionismo requiere investigación, planificación y, a veces, mucha paciencia. Es un hobby que te enseña a ser metódico y a valorar el proceso, no solo el resultado.

• Fomenta la conexión social: El mundo del coleccionismo de muñecas es enorme y vibrante. Existen foros, grupos en redes sociales y convenciones donde personas de todas partes del mundo se reúnen para compartir su pasión. Es un espacio seguro para conectar con gente que entiende tu afición y compartir conocimientos, experiencias y, por qué no, anécdotas divertidas y hay hombres guapísimos.

• Aumenta la autoestima: Cuando ves tu colección crecer, cuando consigues esa pieza que tanto anhelabas o cuando te atreves a mostrar tu trabajo y recibes una respuesta positiva, tu autoestima se refuerza. Es un recordatorio de que tu pasión es válida y de que eres capaz de lograr tus objetivos.

En mi caso, el coleccionismo de muñecas Barbie ha sido una mezcla de todo esto. Es el recuerdo de mi infancia, la admiración por el diseño y, sobre todo, una fuente de alegría y bienestar; además de ser puro posicionamiento político y ruptura del sistema que nos empuja a encajar por cajones en esa casilla que nos dice qué es ser una persona adulta, qué aficiones has de tener para encajar y qué sueños has de sacrificar aunque te vaya la salud en ello.

Así que, la próxima vez que veas a alguien con su colección, ya sea de muñecas, de coches o de sellos, recuerda que no está simplemente acumulando cosas. Está construyendo un mundo, una historia y, lo más importante, un refugio para sí mismo.

Quereros y cuidaros mucho, Puntillers.

Yo lo hago.