jueves, 5 de septiembre de 2019

Ansiedad (de tenerte en mis brazos) 3

"Maravilloso fue volver!"
Lina Morgan no podía expresarlo mejor. 

No os podéis imaginar lo balsámico que ha sido para mí leer vuestros comentarios depués de las dos entradas anteriores a esta. Los que habéis hecho de manera pública y los que me han llegado en privado en las diferentes RRSS (me he sentido tan estrella que casi me pongo a bailar el chuminero al ritmo de Rosalía).


Miss Universo

Me veo hasta más mona, más delgada, más alta ...




Tercera parte del relato en el que comparto con vosotras ustedes eso de tener los cables de la mente un poquito pelaos, que salten chispas y que te salga una poquita de humo por las orejas.

Si habéis llegado hasta aquí sabréis que en la entrada anterior hablé sobre fobias sociales y trastorno de la personalidad. Hoy voy a tratar de relatar de qué se tratan estas cosas.

Puntualizar que lo voy a hacer con mis palabras, sin términos médicos, que yo estudié Bellas Artes y corte y confección. Que súper para nada, como diría Tamara Falcó, pretendo dármelas de experto ni mucho menos. Si esto tratara de cardar una peluca sintética, otro (gay)o nos cantaría.

Tras comenzar la baja y la medicación, fueron muchos los días en los que me quedé  en casa. Sin ganas de salir, sin ganas de moverme de la cama, con ganas de silencio y descanso.
Hacer una pausa, es la mejor manera de describirlo. Pararlo todo, dejar cualquier actividad, la más mínima, por ser incapaz de afrontarlo ni mental ni físicamente. Así estuve más de dos meses. Transcurrido ese tiempo empecé poco a poco a salir a la calle a pasear (verme andar era como ver a la Duquesa de Alba cuando salió de casarse, en su último matrimonio, y se puso a bailar flamenco. Me faltaban las manoletinas y la melena blanca y rizada. Y los títulos y la pasta y las vacaciones en Ibiza y codearme con la realeza europea ...). 
Los paseos son una actividad completamente inofensiva, pero cuando tienes la azotea más revuelta que el plató de Sálvame en pleno debate sobre los pantalones pitillo de Makoke, salir a la calle puede suponer un desafío tremendo ( subirse a la báscula tras el verano es menos estresante ).

Una vez empiezo a salir de casa comienzo a tener\sufrir reacciones tanto físicas como mentales al exponerme al aire libre. Palpitaciones en el pecho, la boca completamente seca, temblores en las piernas y las manos, descontrol en la respiración, ... Mantener el tipo en estos paseos me dejaba exhausto, pero había que salir de casa. Hay que salir de casa. Cuando te encuentras en esta situación hay que reunir fuerzas como sea y dar estos pequeños pasos. Hay que hacerlo porque significa que estás ganando la batalla, aunque en ese momento no lo sientas así. Yo empecé con paseos  cortitos y por mi barrio, en el que me he criado desde que iba en el carrito y me daban trocitos de longaniza cruda en el mercado de la zona. 

Longaniza cruda ... luego se preguntan porque me piso los flecos del mantón.




Retomo, que pienso en carne cruda y me pierdo. Todo esto a nivel físico. A nivel mental era mucho peor.
Con cada paseo me azotaban dos fobias tremendas (el término fobia lo aplica la propia psiquiatra, no es de mi cosecha ya que yo no sabía cómo calificarlo aunque si describirlo).
Comienzo con la que podía controlar con facilidad: visualizar accidentes.
Calma, no voy a poner una línea 906 de Tarot ni he adquirido clarividencia, no mi amor, qué va! Quítatelo de la cabeza.
Paso a explicarme. Con visualizar accidentes me refiero a que, al pasear, tú te vas cruzando con gente. Los que van andando, los que van en bici, en patines, con un perrito, ... pues yo, en mi mente visualizaba  como tropezaban y se dejaban los dientes en la acera, o salían volando por encima del manillar de la bicicleta, o caían dando tumbos por la escalera. Y os aseguro que además con toda clase de detalles, tengo una imaginación que ni los guionistas de La que se avecina.
Al principio me resultaba muy desagradable por las visiones que tenía y me alteraba muchísimo la tensión que sentía cada vez que me cruzaba con alguien y pasaba a estar en el plató de Destino final. Un auténtico disparate. Lo bueno, porque en TODO siempre hay un lado bueno, es que al ser una situación tan disparatada, no tardé en aprender a controlarla y a dejarla marchar conforme venía. 

Ahora la que sigo sin poder controlar: la distancia física con los demás.
Por ejemplo, en el supermercado tú paseas por los pasillos mientras compras, tan ricamente y te vas cruzando con el resto de clientes. Con la señora Pepa, con Encarnita,  con Benito el mecánico,  con tu tía Lola, ... es que soy de barrio barrio. Pues mi fobia me hace no poder soportar la sola posibilidad de tropezar o chocar con alguien. "Mese" entiende? El típico codazo casual, o tropezón típico de aceras transitadas ... Me hace tensarme más que Inés Arrimadas en la manifestación del Orgullo Gay. Por cierto, tendríais que verme hacer la compra, parece que esté jugando a la rayuela.
Con los miembros de mi querida familia o con mis maravillosos amigos no me sucede, aunque a pesar de haber sido siempre una persona muy física en la manera de relacionarme con los demás (sin llegar al nivel de estrella masculina de la ópera, que conste), sigo necesitando mantener una mínima distancia. Me hace sentir más tranquilo y controlado.
Ahora ya sabéis que si me veis por ahí y vais a pedirme un autógrafo, tenéis que darme un chillido, lanzarme el papelito y el boli, luego yo lo dejaré en el suelo y me alejaré andando de espaldas lentamente. Todo súper normal ...

Voy a parar aquí, que no quiero resultar más pesado que las morcillas de arroz empanadas en bocadillo. El trastorno de la personalidad lo dejo para la próxima entrada. Esto de mantener el misterio lo aprendí de leer las entrevistas de Sara Montiel en las revistas de la peluquería de mi madre. Las anécdotas jugosas hay que soltarlas poquito a poco.

Os quiero, os adoro y de nuevo gracias por acompañarme en este relato y por ser tan fieles a este proyecto que empezó como una pequeña broma.

Dejad comentarios, dadle al me gusta (si es que lo hay por algún lao) y compartid el blog con vuestras amigas. Ojalá entre todas ayudemos a alguien a sentir que no está sola y que con ayuda profesional, de todo se acaba saliendo.


Sara Montiel

6 comentarios:

  1. ¡Bravo! Te aplaudo mentalmente porqué si lo hago físicamente no podría escribir, yo, como Chenoa soy humano y solo tengo dos manos pero insisto ¡bravo!

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  2. Te admiro!!!!!!!, otra persona en tu situación se habría pegado un tiro o se habría tirado por un barranco. Adelante que tú puedes!!!!!!!!!!!!!

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    Respuestas
    1. Muchas gracias! Está siendo un camino duro y difícil pero si la vida fuese fácil no sería tan interesante 😉

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