lunes, 29 de julio de 2013

Por encargo

Hola! Hola! 

Hoy lunes empiezo la semana con una joyita, un texto que me encargó escribir una compañera de la facultad, Pepa López.

Digo joyita por lo rebien que me quedó el texto, las cosas como son. Espero que os guste y que tengáis un inicio de semana fantabuloide!!!!

"La señora despertó esa mañana sintiéndose más delgada y alta de lo normal. 
Su anatomía siempre había sido mejor que la de la mayoría de la gente. Desde pequeña fue delgada, casi excesivamente, muy a la manera de las bailarinas de ballet clásico, pero con bastantes centímetros más de altura. Mirándola entendías el concepto "ser fibrosa". Su cuerpo parecía estar envasado al vacío por su piel. A pesar de su edad seguía teniendo una piel tersa y no excesivamente arrugada. Los ángulos que formaban sus huesos se convertían en joyas que muchos fotógrafos de la high society habían congelado en sus instantáneas.
Su delgadez le otorgaba una elegancia natural. Sus pausados, estudiados y controlados movimientos la convertían en una especie de glamuroso robot que la alejaba de todo aquello que se supone humano, no encontrabas imperfecciones.
Esa mañana decidió vestirse. pero vestirse bien. Disfrutaba sintiendo como esas prendas, siempre muy caras, acariciaban su piel.
Su tejido favorito era la seda y si el vestido estaba cortado al bies, aún disfrutaba mucho más. En su cuerpo, los vestidos se convertían en líquido. A pesar de su condición de mujer carecía de curvas, pero al mismo tiempo, su cuerpo formado por líneas rectas era absolutamente femenino. Esto nunca pasó desapercibido para los grandes modistas que la convirtieron en una fuente continua de inspiración, en una musa.
Cualquier prenda que luciese resaltaba la perfecta y amplia línea que formaban sus hombros. Su esbelto cuello de bailarina acomodaba a la perfección cualquier collar, por muchas vueltas que tuviese. Los pendientes pequeños pero de exquisitos materiales atenuaban la dureza de su óvalo facial.
Sus brazos, largos y delgados, se convertían en alas de libélula, en el interior de una manga francesa, esa que deja ver el antebrazo sin que el codo quede a la vista.
Las chaquetas de Armani y de Valentino, parecían confeccionadas para ella. No cabía duda de que poseía unas proporciones perfectas.
La silueta Lady, que ceñía su cintura hasta rozar la asfixia, era perfecta para ella. Esas faldas de vuelo inabarcable, con metros y metros de tela, daban la sensación de ser prendas cómodas y fáciles de utilizar si ella las vestía."

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